Futaro se convirtió en el profesor particular de unas hermosas quintillizas. Ellas odian estudiar y estuvieron a punto de repetir, por lo que debe orientarlas para que puedan pasar de año. Futaro no pudo cumplir con la condición que puso el padre de las Nakano, pero se salvó de ser despedido gracias a la astucia de Nino. Con fuerzas renovadas, Futaro se promete que la próxima vez demostrará su valía como profesor particular. Sin embargo, él y sus alumnas descansarán un poco del estudio durante la excursión escolar.
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